La batalla de Rande
Antes de la batalla
Desde el descubrimento de las Indias en 1492 se trató de crear una línea de comercio marítimo seguro para España, la Carrera de las Indias. Así se conoce la línea de intercambios comerciales establecida entre los reinos hispánicos y el “Nuevo Mundo” a partir del siglo XVI.
Para el éxito de las comunicaciones transoceánicas se estableció un sistema de transporte que asegurase la carga contra enemigos y piratas. Así nace el “Proxecto de Frotas” (1564), que establecía un sistema de dos convois anuales que navegaban protegidos por seis o siete galeones.
El primero salía entre marzo y mayo en dirección al puerto de Veracruz, en Nueva España, el segundo entre agosto y septiembre a Portobello, en el Virreinato de Perú. En conjunto el complicado sistema funcionó y garantizó a España una extraordinaria cantidad de plata, a pesar de las diversas dificultades y hostilidades. El sistema de flotas aún se iba a complicar algo más, al establecerse, a partir de 1571, una línea de comercio directa con Asia a través de Filipinas, cruzando todo el Pacífico. Desde allí llegaban produtos caros como sedas, especias o porcelanas al puerto mejicano de Acapulco, desde donde se trasladaban por tierra a Veracruz. En ese punto se unían a la flota de Nueva España para iniciar el viaje de regreso. De este modo los reinos hispánicos eran capaces de mantener un comercio autónomo con Oriente, haciendo únicamente escalas en sus propias colonias. La travesía entre Manila y Acapulco duraba al rededor de 4 o 5 meses.
La gran lucha
El 24 de julio de 1702 parte desde La Habana la Flota de Indias, escoltada por una escuadra de buques franceses para evitar el robo de los buques cargados con “el mayor tesoro que nunca cruzó los océanos”, como publicará La Gaceta de Madrid. Mientras tanto, los aliados contra la posible unión franco-española, intentan entrar en la península a través de Cádiz, el puerto principal de la Flota de Indias. El almirante Rooke, a cargo de la flota inglesa, realiza durante un mes un asedio marítimo que no tiene éxito.
Durante ese tiempo los aliados permanecieron refugiados en la localidad portuguesa de Lagos, pero cuando el almirante Rooke empieza su retirada y llega a la altura de cabo San Vicente es informado de que la flota hispano-francesa fondeara en Vigo. El 22 de octubre, el día antes de la gran batalla, la flota anglo-holandesa se asoma a la Ría de Vigo con una fuerza total de 138 navíos y dispuestos a hacerse con ese gran tesoro.
La gente de las villas costeras también se vieron implicados en la batalla. En general eran gente pobre y de campo que, además, tenían una gran desnutrición producida por una crisis alimentaria. Por su condición de pertenecer al campesinado se vieron obligados a formar parte de unas tropas auxiliares por parte de los nobles de la zona. Mostraron su ineficacia frente a los infantes de la marina inglesa y holandesa durante la Batalla, especialmente en el desembarco de estes en Teis y Chapela.
Una estocada, formada con troncos, palas y mástiles de navíos atraviesa el estrecho para evitar la entrada de los barcos enemigos pero a las dos de la tarde, aprovechando una fuerte entrada de viento, el Torbay del capitán Hopsonn, rompe la cadena que impedía el paso de los buques ingleses. Tras él, entran más barcos y empieza un intenso combate, a cañonazos en el fondo de la ría donde maniobrar resulta imposible por el poco espacio y la poca profundidad del mar. Cuando la batalla estaba ya perdida para los españoles y los franceses, Chateau Renault, vicealmirante de la flota franco-española, ordena quemar los navíos para que no caigan en manos del enemigo. Ingleses y holandeses saquean las riquezas que aún no se pusieron a salvo.
Los bandos
Por un lado tenemos el bando hispano-francés, el cual nace de la alianza por el derecho de sucesión del Duque de Anjou. Los personajes principais de este bando son el almirante y geral Manuel de Velasco, responsable de la flota española, y Tejadade y el Conde de Châteaurenault encargado de liderar la flota francesa. Tambien tendrá su papel el Príncipe de Barbanzón, el Capitán General del Reino de Galicia, que es el encargado de organizar la defensa de la ría. Cuando la flota llega a la ría de Vigo contaría con 18 galeones españoles y 19 navíos de guerra franceses. Entre los navíos españoles solo tres contaban con más de 50 cañones.
Vicealmirante de la flota franco-española. Tras la derrota huye a Santiago de Compostela.
Almirante de la flota franco-española. Estuvo a cargo de la defensa de la batería de Corbeiro.
Virey de la Nueva España, natural de Saxamonde, Redondela. Confió demasiado en la protección que ofrecía la Ensena.
Capitán general del Reino de Galicia, no era partidario de traer la flota a Vigo ya que la ría carecía de defensas.
Los enemigos de esta alianza estaban formados por los anglo-holandeses. Estes veían la posible unión entre España y Francia como un peligro eminente para ambas potencias, ya que pondría en riesgo el equilibrio comercial en una Europa en la que Francia y España ganarían la hegemonía. En este bando resaltan las figuras del almirante Rooke, a cargo de la flota inglesa, y el duque de Ormond, Comandante de las fuerzas terrestres de Rooke. También tienen relevancia Cloudesley Shovell, comandante en jefe de la armada inglesa, y Philips Van Almond, vicealmirante de la flota holandesa. El día anterior a la gran batalla, la flota anglo-holandesa contaba con un total de 138 navíos de guerra.
Almirante de la flota aliada anglo-holandesa. Estaba muy necesitado de una victoria después del desastre de Cádiz.
Comandante en jefe de la armada inglesa. Tras la batalla se encargó de dirigir el saqueo de la ría y organizar el viaje de regreso.
Vicealmirante de la flota holandesa. El 23 de octubre convenció a Rooke de iniciar el ataque.
Comandante de las fuerzas terrestres de Rooke. Destacado en la toma de Rande.