La historia
En noviembre de 1700 el rey español Carlos II “El hechizado” muere sin descendencia, y deja como sucesor en el trono al francés Duque de Anjou, el futuro Felipe V. Será el fin de la Casa de los Austrias en España y el inicio de los Borbones. Esta estrecha alianza entre España y Francia asusta a Inglaterra y Holanda, potencias comerciales que no querían un poder hegemónico en Europa. Por esta razón a entente anglo-holandesa decide apoyar al otro pretendiente lo que iniciará una guerra.
El enorme desgaste de las naciones en guerra, sumado a los cambios producidos en el escenario político internacional, acabarán por traer al fin del conflito que se sellará mediante la firma de diversos tratados de paz, siendo el que tiene mayor transcendencia el tratado de Utrecht en 1713. Por este tratado Felipe V es confirmado en el trono, pero a cambio de perder la mayor parte de los territorios en Europa y algunas concesiones comerciales en ultramar. Es el momento en que se pierde Menorca y Gibraltar en favor de Inglaterra, que sin duda fue la gran beneficiada.
El papel de Galicia
Justamente Galicia sería luego el escenario bélico con el episodio de la Batalla de Rande. La vitoria aliada que aquí se produce pone de manifiesto, una vez más, la debilidad defensiva del Reino y motivará que Pedro II de Portugal, tomando nota del poder angloholandés, intente sacar partido de la guerra cambiándose al bando austríaco con la firma do Tratado de Methuen, en 1703. Por este tratado se le prometía a Portugal, entre otras cosas, las plazas fuertes de Tui, La Guardia, Baiona y Vigo. En contrapartida, los aliados obtenían una enorme base de operaciones contra Castilla en territorio peninsular.
Redondela en 1702
En este momento Redondela estaba constituida en dos partes bien diferenciadas: Vilavella y Vilanova. El puerto cumplía los objetivos de seguridad por su situación en el fondo de la ría, de forma semejante a los puertos de Pontevedra, Noia y Betanzos, que funcionaron desde el Medievo.
Redondela y Vilavella contaban con dos conventos, ambos fueron testigos directos del desastre bélico de la Ensenada. No convento de Vilavella habitaban 40 monjas justinianas entorno a 1700, y en San Simón, 20 frades. Estos últimos, durante los días previos a la Batalla evacuaron de la isla las imágenes y otros objetos sagrados, logrando huir todos salvo uno, ya anciano, que tomo la decisión de quedar arriesgando su vida. Finalmente, durante el ataque, los aliados incendiaron y volaron el convento.
A finales de siglo hay una fuerte crisis de abastecimiento por las malas cosechas acrecentada por la guerra. En 1709 los municipios de Vigo se lamentan: “de la calamidad de los tiempos y de ver como los más de los vecinos andan a pedir por las puertas y muriendo de hambre”.