Museo Meirande

El tesoro

La historia de la búsqueda del tesoro comienza poco tiempo después de la batalla. Los primeros trabajos los dirige Fernando de la Mata, bajo las instrucciones del Consejo de Indias. Poco después su rescate atraerá a muchos aventureros durante el siglo XVIII: el sueco Sjojelm (1720), Juan Antonio Rivero (1732), que sacó dinero por valor de 3.068 reales, cañones, placas metálicas y otros aparatos, el francés Goubert (1740) y Bernardino Freire (1776).

La presencia italiana se notó en las últimas décadas del séc. XIX, donde destaca el ingeniero Giuseppe Pino, que trabajó desde 1892 hasta 1929 y rescató múltiples objetos (bandejas de plata del navío inglés Príncipe George, vasijas de barro llenas de vino, cañones…), y Carlos Iberti. También son destacables las intervenciones de: Frobin (1882); John Emery Gower (1885); Johnson (inglés, 1892); Conde de Pradaría y Andrieux (1899); André Sther (sueco, 1913), entre otros muchos.

Canòns do tesouro de Rande
El neoyorquino John S. Potter Jr, obtiene el 16 de agosto de 1955 un permiso por tres años. Sus campañas no tendrán el éxito esperado. Desesperanzado, Potter acabará por hacerse eco de las palabras del comandante Cousteau:
Jacques-Yves Cousteau
“… las historias de tesoros hundidos son en un noventa y nueve por ciento tinglados o engaños, en los cuáles la única riqueza por descubrir es la que pasa de manos del financiero a las del promotor de la empresa. El deseo de enriquecernos rápidamente y sin esfuerzos, que casi todos sentimos, nunca fue explotado de un modo más feliz que por parte de esos individuos aprovechados que hablan de tesoros hundidos mostrando amarillentos mapas de galeones naufragados…”
– Jacques-Yves Cousteau
Imaxen búsqueda tesouro
Imaxen búsqueda tesouro
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Teniendo en cuenta que los galeones aún están hundidos en Rande, hay una controversia histórica sobre si estos galeones esconden un tesoro, con todo esto es considerado un mito por muchos expertos, argumentando que la documentación de la época incluye la salida hacia Madrid de los tesoros. Tres que se habrían descargado antes de la batalla tal y como refleja esta cita de Xosé Ramón Barreiro (Riveira, 2 de diciembre de 1936- A Coruña, 17 de marzo de 2021), antiguo presidente de la Real Academia Gallega y profesor de historia contemporánea de Galicia en la Universidad de Santiago y experto en la materia.

Xosé Ramón Barreiro

“Hay un tejido de leyendas oscuras sobre este tema. Desde mi punto de vista, el mito sobre el tesoro es precioso, pero las investigaciones sobre él llevan al fracaso de esta teoría. El príncipe de Barbanzón, capitán general de Galicia de aquella época, dirigió una expedición en la que mil carros de bueyes —venidos de Pontevedra— partieron hacia Madrid. Mismo en los actas del Cabildo de Lugo se puede comprobar cómo se destinó una cantidad de dinero para alojar estos carros en Lugo. Seguramente, la plata viajaría en bueyes.”

– Xosé Ramón Barreiro

A pesar de eso, varias empresas se interesaron por la busca y extracción del supuesto tesoro y de los galeones; recién, el consorcio ruso San Simon GmbHi.Gr ofreció a la Xunta de Galicia trescientos diez millones de euros a cambio del permiso para explorar la zona y el préstamo a largo plazo de tres galeones que se exhibirían en los museos de Moscú, Berlín y Rostock (Alemania). Un primer sondeo no detectó ninguna evidencia del presunto tesoro; el 3 de noviembre de 2007 aparecieron en la prensa las primeras imágenes de los galeones hundidos, concretamente el Santo Cristo de Maracaibo, obtenidas por sonar por un grupo de arqueólogos, geólogos y geofísicos. La mayor dificultad a la hora de localizar, levantar y excavar cada pecio es la enorme cantidad de lama acumulada a lo largo del tiempo, ya que los ríos y riachuelos que desembocan en la ría depositan anualmente muchos sedimentos.

Julio Verne en Rande

Jules Gabriel Verne (Nantes, 8 de febrero de 1828 – Amiens, 24 de marzo de 1905), fue un escritor de novelas de aventuras y uno de los padres del género de la “ciencia ficción”, autor de novelas tan conocidas cómo “Viaje al centro de la tierra”, “De la tierra a la luna”, “La vuelta al mundo en 80 días” y muchas más. Fue también el autor de “20.000 leguas de viaje submarino”, obra en la que el Capitán Nemo, protagonista de la novela, se acercaba hasta Rande en su submarino Nautilus para abastecerse de los tesoros hundidos.

Visitó Vigo por lo menos en dos ocasiones: la primera el 4 de junio de 1878, y la segunda el 21 de mayo de 1884. Llegó por mar a bordo de su yate a vapor, el Saint Michel.

Xulio Verne - ilustración 20.000 leguas de viaxe submarina

“El capitán Nemo pareció haber concluido su relato que, lo confieso, no veía yo en que podía interesarme.

– Y bien? – le pregunté.

– Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo y solo de usted depende que pueda conocer sus secretos.

El capitán se irguió y me rogó que lo siguiera. Lo obedecí, ya recuperado mi sangre fría. El salón estaba oscuro, pero a través de los cristales transparentes refulgía el mar. Miré.

En un radio de media milla alrededor del Nautilus las aguas estaban impregnadas de luz eléctrica. Se veía neta, claramente el fondo areoso. Hombres de la tripulación, equipados con escafandros, se ocupaban de inspeccionar toneis medio podridos, cofres deshechos en medio de restos ennegrecidos. De las cajas y de los barriles se escapaban lingotes de oro y plata, cascadas de piastras y de joyas. El fondo estaba sembrado de esos tesoros. Cargados del precioso botín, los hombres regresaban al Nautilus, depositaban en él su carga y volvían a emprender aquella inagotable pesca de oro y de plata.

Comprendí entonces que nos hallábamos en el escenario de la batalla de 22 de octubre de 1702 y que aquel era el lugar en que se habían hundido los galeones fletados por el gobierno español. Allí era donde el capitán Nemo ayudaba a sus necesidades y lastraba con aquellos millones el Nautilus. Para él solo había entregado América sus metales preciosos. Era el heredero directo y único de aquellos tesoros arrancados a los incas y a los vencidos por Hernán Cortés.

– Podía imaginar usted, señor profesor, que el mar contuviera tantas riquezas? -preguntó, te sonreí, el capitán Nemo.”

20.000 leguas de viaje submarino